domingo, 9 de noviembre de 2008


Endeblez

Se calla otra vez el viento;
no es extraño, lo he sentido antes.
Es la penumbra, el invierno,
la “zarcosidad” que se aleja…
Aquí la tarde se alarga
y asfixia como una cámara de gas.
“Es mejor ignorarlo todo”, me dije,
y aún así estaría perdido.
Es que no he nacido más que para una cosa:
esperar que la rueda cese en su giro.
Y la debilidad hace su juego:
enferma, carcome, imbeciliza...
Fracasar tiene su encanto,
el encanto del fusil y la yaga;
esa es mi esencia,
mi marca, mi estatura…
Los glaciares son tan hermosos:
no se alteran ni se engañan,
nacen muertos,
y eso es de verdad emocionante…
¿Para qué la paz? ¿Para qué el veneno?
A fin de cuentas las grietas no se espantan;
aletean, sumando escombros,
punzando cada arteria, cada gramo de vida.


[Poema propio]