viernes, 18 de abril de 2008


La mujer. Por Max Walter Svanberg

La mujer representa a mis ojos un mundo superdeterminado, en donde todas mis ideas de belleza, de poesía, de agresión, en donde mi alegría de vivir y su compañero inseparable –el terror a lo efímero–, la han tallado en las innumerables facetas de la nostalgia de la belleza. La mujer es para mí una divinidad que adoro por mi arte y a través de él. El pez y el ave, la mariposa y el beso, la flor quemante y mi ojo, la lengua del mar y los brazos blancos de la playa, los altos tacones sonoros y la oreja que lo acuna, todo es mujer en mi pintura. Por sus atributos seductores, ella se disimula, y se revela, se substrae y ataca, se desvía y se intensifica, pero jamás -no obstante- entrega una respuesta definitiva. Ella es una visión de metamorfosis, lo que, cuando uno cree asirla, se oculta y se convierte, acaso, en un rayo luminosos. Ella se desliza entre arcos encorvados por la eternidad, un ojo observa. El ojo se convierte en un pez con la forma de un huso, el iris de su ojo se ha deslizado un tanto y forma la cabeza. El pez vuelve a ser una mujer con caderas redondas, la cabeza es un sol que lentamente se libera, para de nuevo resplandecer como el retrato eterno de mi mujer.Mi mujer no consiste en productos de belleza patentados, ella no es para los estetas ni para los sillones, ella no es abstracta sino de naturaleza poética, inquietante. Ella encarna para mí lo extraño, lo perfecto de mi existencia:

La mujer es el mar con lentejuelas de mi vértigo,
es mi sol de eternidad que besa mi boca ciega,
el faisán de plata adornado para la danza,
la mirada fija del ave bajo las pestañas,
es mi mujer en la visión que despliega su rostro.

[Max Walter Svanberg fue un pintor surrealista de origen sueco y colaborador del grupo CoBra, grupo que, entre 1948 y 1951, buscó desarrollar un arte que no fuera sólo para especialistas. Creían en el trabajo colectivo, realizando obras entre varios artistas, utilizando la técnica surrealista del automatismo (creaciones casi sin reflexión, realizadas de manera inmediata, automática).
Svamberg se obsesionó con la figura femenina, a la cual retrató con cuerpos ornamentados, tatuados y cabezas de pájaros u otros animales.]